Europa League
Una ventana al pasado: Italia llega por cuarta vez a la fase final de la Eurocopa. En 1968, por sorteo
Italia, cuatro veces campeona del mundo, ha llegado a la final de la Eurocopa de este año por cuarta vez en su historia, pero sólo en una ocasión (en 1968) se ha coronado soberana del continente. Y su progresión hasta la final fue muy extraña, de hecho única: por suerte del sorteo.
Italia, tetracampeona del mundo, ha llegado a la final de la Eurocopa de este año por cuarta vez en su historia, pero sólo una vez (en 1968) se ha coronado soberana del continente. Y su avance hasta el partido en el que se disputa el oro ha sido muy extraño, único de hecho: por mucho.
Los pupilos del seleccionador Roberto Mancini accedieron este año a la fase final de la Eurocopa a través de España, y fue un drama. No se decidió hasta la tanda de penales, que ganaron por 4-2.
Los italianos vivieron los mismos nervios en la Eurocopa de 2000, cuando dejaron fuera a la local Holanda por 3-1. Sólo en 2012 necesitaron el tiempo reglamentario para pasar de ronda, al vencer a Alemania por 2-1.
Sin embargo, su mayor éxito se remonta a 1968, cuando organizaron la final con cuatro participantes. En la semifinal disputada en Nápoles contra la Unión Soviética, empataron a cero, sin que la prórroga fuera suficiente.
En aquella época, no se recurría a los lanzamientos penales para decidir quién era mejor, una comodidad que sólo experimentó Checoslovaquia contra la República Federal de Alemania en la final de la Eurocopa de 1976 en Yugoslavia.
Hasta entonces se habían repetido los empates, pero cómo meter otro partido en el torneo cuando los ganadores del otro encuentro, Yugoslavia, que había vencido a Inglaterra, esperaban a su rival.
El segundo finalista se determinó mediante una auténtica lotería, en la que no importaba mucho la habilidad de los jugadores, su técnica de pateo y sus nervios templados, sino sólo hacia qué lado se inclinaría la fortuna. La suerte.
Incluso las circunstancias que acompañaron al lanzamiento de la moneda fueron bastante extrañas. Sólo el árbitro alemán Kurt Tschenscher y los capitanes de los dos equipos, casualmente los defensas extremos Albert Shesternov y Giacinto Facchetti, permanecieron sobre el terreno de juego tras 120 minutos de feroz batalla. Los 68.582 espectadores, en su mayoría aficionados locales, contenían la respiración en las gradas.
«Fue extraño», recuerda Gianni Rivera, el chico de oro del fútbol italiano y creador del juego, de los momentos de tensión. «Todos salimos del campo y esperamos impacientes en el vestuario a ver cómo acababa. Fue un tiempo increíblemente largo… Entonces apareció en la puerta un Giacinto eufórico, gritando que estábamos en la final, que la moneda había caído de nuestro lado», saludaron Rivera y sus compañeros al capitán. » No me puedo imaginar el ambiente que había al lado…», pudo empatizar con los sentimientos frustrados de su rival.
Para que conste, la final contra Yugoslavia también acabó en empate a uno y el partido se repitió dos días después. Y el zorro del banquillo del seleccionador italiano, Ferruccio Valcareggi, había sacado lo mejor de su rival, alineando al máximo número de suplentes que no estaban tan agotados.
Luigi Riva y Pietro Anastasi fueron decisivos para que Italia se proclamara campeona de Europa por primera -y última- vez.
Este año, el sorteo no ha decidido el pase a la final y la repetición no figura en el reglamento. Si el duelo con Inglaterra termina amistosamente tras 120 minutos, entrarán en juego los viejos lanzamientos de penalti.
Fuente: UEFA