Fútbol
Historias de fieles: Andrés Iniesta, héroe de la final del Mundial 2010
Hay innumerables futbolistas que cambian de club en club a lo largo de su carrera y no calan mucho en ningún sitio. Muchos menos son los que pasan toda su carrera, o la mayor parte de ella, en un solo club y asocian su nombre tan fuertemente a esa camiseta que se convierten en una leyenda del club. Uno de estos fieles es el campeón del mundo y de Europa con España, Andrés Iniesta.
Hay innumerables futbolistas que cambian de club en club a lo largo de su carrera y no calan mucho en ningún sitio. Muchos menos son los que pasan toda su carrera, o la mayor parte de ella, en un solo club y asocian su nombre tan fuertemente a esa camiseta que se convierten en una leyenda del club. Uno de estos fieles es el campeón del mundo y de Europa con España, Andrés Iniesta.
El pequeño centrocampista, nacido en Fuentalbille, comenzó su andadura futbolística en Albecete. Como muchos otros grandes del fútbol, Iniesta no tuvo unos comienzos fáciles. Procedente de una familia pobre, su padre tuvo que ahorrar el sueldo de tres meses para comprarle a su hijo sus primeras botas de fútbol. Al principio, como la mayoría de los niños de Brasil, por ejemplo, jugaba más al fútbol sala, pero con el tiempo se sintió más cómodo sobre el césped que bajo techo.
En Albecete, pronto superó a sus compañeros por la diferencia de clase y el famoso FC Barcelona se interesó por él. Así, a los 12 años se trasladó a la academia local de La Masía. A los 14 años lideró como capitán a su equipo sub-15 del Barcelona en el torneo Nike Premier Cup de 1999.
Tras una excelente actuación no sólo en la final, donde marcó el gol decisivo, el entonces único observador Pep Guardiola confió en Xavi con la ya legendaria frase: «Xavi, tú me sustituirás, pero este chico nos mandará a todos a la jubilación»
Debutó con la camiseta azulgrana en octubre de 2002, pero no se afianzó como jugador del equipo A hasta la temporada 2004/05. Gracias a una lesión de su compañero Xavi, la temporada siguiente tuvo más espacio en la plantilla y floreció a las órdenes del seleccionador Frank Rijkaard.
En el verano de 2008, cuando Guardiola se hizo cargo del primer equipo, Iniesta fue nombrado uno de los cuatro capitanes del Barcelona, lo que no hizo sino demostrar lo importante que era para toda la plantilla. Bajo la batuta del antiguo escudo defensivo del conjunto catalán, Iniesta brilló. Junto a Xavi y Busquets, formó una de las mejores líneas de centrocampistas de todos los tiempos.
El pequeño mago nunca marcó muchos goles, pero cuando lo hizo, mereció la pena. Aparte del gol decisivo con la camiseta de la selección española en la final del Mundial de 2010 contra Holanda, hay que mencionar sin duda el que marcó contra el Chelsea en la semifinal de la Liga de Campeones 2008/09. O el precioso gol contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu en noviembre de 2015, cuando chocó con Neymar y perforó la red sin concesiones.
Los puntos fuertes de Iniesta estaban por encima, pero podría decirse que un activo más invisible era el arte del regate, que parecía ridículamente simple en su entrega. Su versatilidad, que permitió a Pep Guardiola utilizarlo en la banda izquierda, fue sin duda muy útil para el técnico.
Después de todo, el uso de centrocampistas de mentalidad ofensiva en la banda no es nada nuevo por parte del piloto español. Su visión del juego también fue impresionante. Probablemente veía el fútbol a través de una lente diferente a la del común de los mortales.
Este spielmacher, todavía en activo, era un placer de contemplar con la camiseta azul y roja. Un jugador que incluso fue preseleccionado para el Balón de Oro, cautivó al mundo del fútbol y está considerado como uno de los mejores centrocampistas que jamás haya pisado un campo de fútbol.
Fue una alegría jugar en el Barcelona durante 16 años, en los que sumó 674 partidos oficiales, 57 goles y 138 asistencias. Hoy enseña fútbol con la camiseta del Vissel Kobe en Japón.
Fuentes