Champions League
Los Citizens tienen la oportunidad de ganar la primera Liga de Campeones de su historia. Prevalecerá la calidad o la presión y el nerviosismo volverán a abrumar a los jugadores?
Ya está aquí. El Manchester City se ha ganado la revancha después de dos años. Los Citizens tienen hoy una segunda oportunidad de ganar la primera Liga de Campeones de su historia. Sobre el papel, son los claros favoritos, pero la presión y el nerviosismo son algo complicado.
Ya está aquí. El Manchester City se ha ganado la revancha después de dos años. Los Citizens tienen hoy una segunda oportunidad de ganar la primera Liga de Campeones de su historia. Sobre el papel, son los claros favoritos, pero la presión y el nerviosismo son algo complicado.
Volvamos a 2021, el Manchester City pasó por encima del PSG de Mbappé y Neymar para llegar a la primera final de Champions de su historia, en la que se iba a enfrentar al Chelsea.
El favorito estaba claro, al fin y al cabo el Chelsea había pasado apuros todo el otoño, despidió a Frank Lampard en enero y sólo Thomas Tuchel sacó al equipo adelante. Pero aun así, no era un equipo temible y debía ganar la Liga de Campeones.
Los Citizens estaban jugando un fútbol de primera clase, habían ganado la Premier League y estaban a punto de romper por fin la maldición de la competición de clubes más prestigiosa. Lo que pasa es que a Pep Guardiola se le subieron un poco las cosas a la cabeza.
Empezó a pensar e idear cómo sorprender a sus rivales hasta que se enredó él mismo. Envió a la final una alineación sin un delantero y un centrocampista defensivo típicos.
Un rombo en el centro del campo formado por Gündogan, Silva, Foden y De Bruyne para apoyar el ataque desde la posición de falso nueve. Mahrez y Sterling seguían jugando en las bandas.
Sólo los delanteros Agüero y Jesús se quedaron en el banquillo, pero eso no habría sido tanto problema, los Citizens jugaron sin delantero a menudo esa temporada. Pero nadie entendió realmente la omisión de Rodri y Fernandinho, la ausencia de un escudo defensivo tuvo un gran impacto en el juego del Manchester.
La promesa de Guardiola
Al final, al Chelsea le bastó un remate de Kai Havertz para hacerse con el trofeo. Los Citizens ofrecieron ese día una actuación muy deslucida, muy por debajo de sus posibilidades. Incluso Kyle Walker admitió antes de la semifinal de este año que el nerviosismo se apoderó entonces de los jugadores, que deseaban con todas sus fuerzas una segunda oportunidad.
Pep Guardiola, por su parte, prometió a los periodistas tras la semifinal que esta vez no trataría de idear movimientos tácticos brillantes y dejaría al equipo como está.
Los Citizens tienen una oportunidad tremenda que puede que no se repita. El Inter es sin duda un equipo sólido o no habría llegado a la final, pero sinceramente, es muy posible que sea uno de los equipos más débiles que han llegado a la final en años. Sin duda tiene su calidad, pero desde luego no llega a la del Real Madrid, el Liverpool o el Bayern de 2020 del año pasado.
Los Citizens no podrían haber pedido un rival más difícil en la final de la maldita Liga de Campeones. Sobre el papel y en términos de cuotas, son los claros favoritos, pero no es eso lo que se juega en la final de la competición más prestigiosa.
Escenarios negros
¿Y si la presión de estar tan cerca vuelve a agobiar a los jugadores Citizens y les ata los pies? El hecho de que prácticamente todo el mundo dé ya por ganadores a los Citizens de antemano tampoco ayuda.
¿Y si el Inter marca un gol afortunado al principio y luego se repliega en un bloque profundo que el City no sabrá manejar? Los minutos de la segunda parte pasarán como un cohete y de repente habrá nerviosismo y mucha presión.
Aquí, los Citizens no tendrán revancha ni más jornadas de liga donde resarcirse. Por eso nunca han ganado la Liga de Campeones, porque cuando todo va bien, pueden ser los mejores del mundo. Pero en cuanto las cosas se tuercen, carecen de un líder en el equipo que tome las riendas y decida por sí mismo. El equipo confía entonces en Guardiola para que se le ocurra algo para la revancha o las siguientes rondas, pero en la final no hay tiempo para eso.
Pero a diferencia de otros años, los Citizens tienen un triunfo en la manga. El asesino Erling Haaland, que ni siquiera parece tener nervios. Le basta con meter el balón en el área y él se encarga. Él podría ser la lengua imaginaria en la mejilla que dé a los Citizens un ansiado triunfo.
Fuente: UEFA