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Fútbol

Iba a ser el nuevo Pelé, pero las lesiones y el mal estilo de vida arruinaron la carrera de Robinho

No todos los jugadores a los que se atribuye un gran talento a una edad temprana llegan tan lejos como se prevé. Más concretamente, de los muchos nombres que se dan a conocer al público futbolístico año tras año, casi ninguno llega a triunfar en la medida de su potencial. Hay muchos más que, por diversas razones, no llegan tan lejos y tienen que aguantar carreras poco ilustres. Uno de estos últimos es el juguete brasileño Robinho.

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No todos los jugadores a los que se atribuye un gran talento a una edad temprana llegan tan lejos como se prevé. Más concretamente, de los muchos nombres que se dan a conocer al público futbolístico año tras año, casi ninguno llega a triunfar en la medida de su potencial. Hay muchos más que, por diversas razones, no llegan tan lejos y tienen que aguantar carreras poco ilustres. Uno de estos últimos es el juguete brasileño Robinho.

Se suponía que Robson de Souza iba a ser el próximo Pelé, y no sólo otros dijeron eso de él, sino que, lo que es más importante, el propio tricampeón del mundo eligió a Robinho, que entonces tenía 15 años, para sucederle en el trono. Esto sin duda debe de ser agradable, pero no deja de ser un peso bastante sólido sobre los hombros de un chaval recién salido de la ciudadanía.

Como acaba de hacer Pelé, Robinho aprendió el fútbol a lo grande en el Santos brasileño, donde firmó su primer contrato profesional a los dieciocho años. Pero antes de llegar a la academia, como muchos entusiastas brasileños, jugó muchas tonterías redondas, sobre todo al fútbol sala, con las que perfeccionó su regate, su orientación al espacio en melé y su aceleración.

Aunque recién salido de la edad adulta, pronto se hizo evidente que había algo especial en aquel espigado veloz. El balón se hizo amigo suyo como pocos, y el oriundo de Sao Vincente hizo lo que quiso con los defensas. Con el Santos, ganó la liga dos veces en tres años y alcanzó la final de la Copa Libertadores. Mientras su estrella crecía, la directiva del Alvinegro Praiano dejó claro que no retendría al joven por mucho tiempo.

Y así, tras una batalla entre grandes clubes europeos, el Real Madrid lo presentó con gloria en el Santiago Bernabéu. Llegó desde Brasil por 24 millones y con muchas ganas de bailar la samba que haría bailar a los defensas en la máxima categoría del fútbol español.

Y no ha perdido el rumbo en España. Si en su primera temporada a las órdenes de Fabio Capello ocupó un puesto de suplente, tras su destitución se asentó en el once titular del nuevo técnico, Bernd Schuster. Junto a Raúl y Van Nistelrooy, funcionó y el espigado chaval dio alegrías futbolísticas a los blancos.

Pero nada es eterno y el último día de traspasos del verano de 2008 viajó a Manchester para fichar por los Citizens.

Su primera temporada en Inglaterra fue bastante exitosa, aunque los aficionados tuvieron que superar el hecho de que quisiera defender los colores de su rival, el Manchester United. Incluso se convirtió en el máximo goleador del equipo en la Premier League.

La segunda edición de la EPL no fue tan exitosa, debido sobre todo a las lesiones, que le hicieron jugar sólo 12 partidos. Además, empezó a filtrarse que el ego de Robinho podía ser un sólido obstáculo para la química en la cabina y su estilo de vida tampoco era ejemplar.

Esto provocó su deserción al Santos, donde estuvo cedido seis meses, tras los cuales declaró su intención de abandonar el equipo azul de Manchester.

Laso le lanzó el famoso AC Milan, al que fue traspasado a finales del verano de 2010. Pero el curso fue esencialmente similar al del City. Un comienzo prometedor, lesiones y, aunque duró más en Italia que en Inglaterra, una vez más su compromiso terminó con una cesión al conocido Santos.

A una cesión de un año le siguió una marcha libre a China, de ahí de vuelta a Brasil, pero esta vez dando patadas al Atlético Mineiro, luego dos estancias en Turquía y cerrando el círculo de nuevo con la camiseta blanca del Santos.

En retrospectiva, hay que decir que Robinho ha jugado en los mejores clubes de España, Inglaterra e Italia, por lo que no puede hablarse de un fracaso absoluto, sin embargo, probablemente todo el mundo esperaba algo más.

La propensión a los problemas de salud, unida a un estilo de vida poco saludable que inevitablemente debe prolongar el periodo de recuperación, y una confianza en sí mismo malsanamente alta hicieron que la estrella de Robinho no subiera tan alto ni brillara tanto como todos los canarios deseaban.

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